RELATOS

En esta sección, recopilo algunos relatos de mi libro "Mariposas blancas". Publicado en 2012. 

Esperando así, que les sea de su agrado. 


EL SOLDADO DE LA PAZ

 

 

 

B

ajo la disputa en la guerra de Irak en 2003, entre americanos e iraquíes, se sustentaba una previsión de insensatez y de irracionalidad. No solo, por el mero hecho de abrir brechas de odio  entre seres humanos, sino por el absurdo propósito marcado por el gobierno americano.  Desarmar a Irak sobre “posibles” armas de destrucción. Artefactos, que jamás se llegaron a encontrar, ni a descubrir su existencia.

Larry, estuvo ahí. Un joven soldado que decidió entrar voluntariamente en el ejército americano, como profesional. Licenciado en económicas, este ciudadano neoyorquino, entró a formar parte en el ejército, dos años antes del antes mencionado conflicto. Larry siempre tuvo claro, que al culminar su carrera ingresaría en el cuerpo. Era su gran pasión. Una vez dentro, adquirió bastante destreza y llegó a hacerse  experto en artillería aérea. En un corto plazo de tiempo, este cadete se ganó la confianza y el respeto de sus superiores y compañeros.

Su asombrosa historia, tuvo lugar  en pleno epicentro de la zona de contienda contra Irak. Larry fue  destinado en la operación llamada; “Nuevo Amanecer. En el lugar y en el momento, que Larry fue destinado, marcó en su propio destino, un antes y un después.

Una noche, como otra cualquiera dentro de las continuas jornadas bélicas en la zona, se produjo una sustitución entre compañeros. Larry se encontraba indispuesto, y lo desplazaron a la zona de “pacto”. La zona, se dividía entre veinte tiendas provisionales. Estas se encontraban, a unos cuarenta kilómetros, de la zona conflictiva. El soldado, decidió permanecer dentro de una de ellas.

Cayó la noche. Y en aquella tenebrosa oscuridad, se respiraba un ambiente más sosegado, que en otras ocasiones. Ello, invitó a Larry a poder descansar. Y a los pocos minutos, el sueño le venció. En ese momento, todo se confabuló de manera asombrosa, para que este joven, tuviera  la mayor experiencia de su vida.

Al quedar dormido, comenzó a soñar. En su visión del sueño, Larry se encontraba justamente, enfrente de una escuela de entrenamiento para soldados. El rótulo de aquel lugar, incitaba a la curiosidad. “Escuela para soldados de paz”.

Larry, decidió entrar. Un señor alto y corpulento, le abrió la puerta y le invitó a pasar. Pero antes, le obligó a entrar desarmado. Larry parecía desconcertado, pero había “algo” en ese lugar, que transmitía confianza.

El individuo, le dijo a Larry que pasara a la gran sala situada al fondo de un largo pasillo, en el  que se vinculaba desde el recibidor principal. Larry, absorto por la situación, hizo incursión sobre el extenso  pasillo, hasta llegar a la sala.

En el instante en el que entró, quedo perplejo. Un enorme espacio, le rodeaba. Pasados unos instantes, empezaron a proyectarse como flash,  imágenes proyectadas en un gran mural. Esas imágenes, procedían de escenas sobre su infancia y adolescencia. Larry, no entendía nada.

Al instante, una voz suave y profunda, le decía: ¡Bienvenido al sueño de tu vida Larry! Las escenas no cesaban, y de forma continua, mostraban escenas de Larry cuando niño, con sus padres o jugando o en el colegio, no pudo evitar que las lágrimas inundaran sus dilatadas pupilas. En ese momento, la voz le comunicó: Acabas de ganar una batalla, la de vencer un orgullo. Has adquirido la mejor arma; tu sensibilidad.

Larry, no daba crédito. Pero al unísono de escuchar esas profundas palabras, sentía en su interior un gran estremecimiento.

Si moverse  el soldado, de aquella sala, éste penetró en un nuevo lugar. Dentro de la misma “escuela.”

Se encontraba en una zona, donde de forma impasible, veía sufrir a compañeros suyos, en esa incomprensible guerra contra Irak. Gemidos de lamentos, mutilaciones, vejaciones y sentimientos de dolor, Larry, quería evitar ver las escenas. No podía soportarlo. Lloraba de impotencia, por querer ayudar y no poder.

En ese momento, una voz surgió, y le dijo; Ya no necesitaras más, un arma de fuego. Tu mayor arma, es la del ímpetu de querer ayudar a tu prójimo, a través de tus propios valores. Estos han de ser, tus legítimos medios de defensa.

De pronto, ese duro panorama despareció y al instante, Larry se encontraba de forma inesperada en un hospital. Jhon, un  viejo amigo, al que no veía casi desde el inicio del conflicto, ya que fueron destinados a lugares diferentes, se encontraba ingresado. La causa; una mina antipersona.

El amigo al verlo, se estremeció; -¡Larry, amigo mío!- Exclamó entusiasmado. ¡Qué ganas tenía de reencontrarme contigo!-

-Quería, agradecerte lo que hiciste por mí. - Larry, insólito preguntó: ¿“Que te ha pasado, dime?

-¿No lo recuerdas?.- Exclamó el compañero. Me salvaste, Larry.., me diste la vida!.

- No entiendo nada- Dijo Larry. No lo recuerdo, Jhon.

Si Larry. Tú estabas allí, en ese preciso momento-. Le esclareció su compañero. -Tuviste un pálpito en saber que allí había algo. Si no llegas a empujarme, me hubiera costado más que perder una pierna. No estaría para contarlo, créeme.- Le exclamó emocionado su compañero.

-Esto de la guerra, no nos lleva a nada, Larry. Valora tu vida y tu familia, y vete de aquí.-

En ese mismo momento, Jhon pidió a Larry  que se acercara a la cama. Éste, le hizo entrega de una cadena de plata, con una pequeña medalla de una virgencita.

-¡Larry, prométeme que siempre la llevarás contigo, en señal de nuestra amistad!.  Exclamó emocionado.

- Lo prometo Jhon. Pero, no te va a pasar nada.-

Jhon, insistió a Larry;- Vete hacia nuestro país y en cuanto regreses, toma conciencia de lo que tienes. Dale valor a todo lo que merezca la pena. Y sobre todo, da lo mejor de ti a todo el que tengas alrededor.

- Pero.., ¿tú no regresas? – Dijo Larry aturdido por la experiencia que estaba viviendo.

- Larry, este es tu sueño, esta es tu oportunidad de iniciar una verdadera vida y de autentificar tu auténtica forma de ser. No la desperdicies.

- ¡Lo haré, Descuida!.- Dijo Larry, emocionado.

En ese momento, se escuchó un gran estruendo. Larry, despertó de su sueño.

Todo parecía estar en calma. El ruido, parecía haber procedido de su mismo sueño.

El soldado  se quedó varios minutos reflexionando. Sobre lo que  había acontecido. 

Aprovechando el alba, Larry se comunicó inmediatamente con su superior. Al acercarse al mando, Larry se percató de que éste, guardaba un cierto parecido a la persona que en su sueño, se encontró en la entrada de aquella misteriosa escuela.

Aunque el soldado, sin darle importancia a la similitud, le anunció su baja. Para el asombro de Larry, el superior no puso obstáculo ni objeción alguna.

Larry, aprovechó la buena empatía del momento, para preguntar al superior por el estado de su amigo Jhon.

-          -El soldado McGregor?- Corroboró el coronel. -Murió hace dos días. -Ayer repatriaron su cuerpo hacia su lugar natal. -¡Una fatalidad, en verdad!-

Larry, se quedó sin palabras. Pero, intentó disimular su estado  ante el superior.

Culminada su corta conversación con el militar, Larry se despidió y agradeció el gesto estoico del teniente coronel, sobre su retirada. Su superior le dijo: “Buena decisión, Larry”. Suerte.

Larry, no podía creer lo que escuchaba. Pero en ese instante, se percató que ciertamente, su superior era la misma persona, que le abrió las puertas de la escuela en su sueño.

Emocionado y confiado, Larry se desprendió de sus armas. Hizo su entrega, en un  transitorio cabo de guardia. De camino a la estación central de Bagdad  hizo una pequeña parada, para comer algo y comprobar si alguna pertenencia o  documento personal, le podría faltar. En ese momento, introdujo la mano derecha, hacia el bolsillo de su pantalón vaquero. Y para su asombro, sacó una cadena de plata. La misma cadena, que su amigo Jhon le entregó en su sorprendente sueño.

 

Un sueño, que marcó al joven para siempre. Una experiencia, que hizo de Larry; “Un soldado de paz”.

 

 

 

 

Antonio del castillo. 18 febrero 2012

 

 

 

 

 

EL FARO DE LAS LÁGRIMAS

 

 

 

Cuentan las viejas voces de un pequeño pueblo irlandés llamado Baltimore, sobre un antiguo suceso, que dos marineros (nativos de este pintoresco y encantador lugar de pescadores.., sufrieron. Un gélido invierno de mil novecientos treinta.Junto a los arrecifes del promontorio de Fastnet Rock, allá donde reposa el más alto y longevo faro del condado de Cork, padre e hijo regresaban a casa, cuando una inesperada galerna no se apiadó de ellos. Su barco zozobró en el solitario lugar. El padre, se golpeó con una roca al caer y al instante pereció. . El joven marinero, sin poder hacer nada por su progenitor nadó a babor hasta la costa. En su interior, apesadumbrado se encontraba el joven marinero.

 

Unos pescadores que se disponían a faenar, vieron al jovenen la orilla agarrado a un pedrusco y fueron a su encuentro. Lo llevaron hasta el centro sanitario más cercano. Pero, a las pocas después falleció. Víctima de un derrame cerebral. Un día después, el cuerpo sin vida del padre fue hallado cerca de unos arrecifes. Aquella historia en un futuro, vinculada iría al destino de un joven gallego, pescador de profesión; Santiago herrera. De Cariño (La Coruña), el pueblo que le vio nacer, y el que cada día le veía como faenaba junto a Francisco; su padre. Oficio que aprendió con su progenitor desde los diez añosSantiago, llevaba la tradición marinera y sus estudios los llevaba de forma paralela. Quería ser contable. Pero por ser de familia humilde, en incertidumbre tenía poder matricularse. Tras un tiempo después de que su padre dejara los arreos del longevo oficio, Santiago siguió la práctica hasta hacerlo su medio de subsistencia. Mientras los derroteros de la vida, le dejaban seguir con lo que gustaba.

 

En sus ratos libres, Santiago se saciaba a través de la lectura o el arte pictórico. Marinas, atardeceres o cuadros de pequeñas embarcaciones, adornaban el hogar de él y de Andrea, su esposa. Un hogar y una familia, que vivían de su honradez y paliaban a la vida con cierto sosiego y armonía. A final de los años setenta, un mal periodo de encarecimiento del pescado sobre un alto coste de valor en la lonja y la baja venta de producción, la familia Herrera, sufrió una letanía. Fue para ellos, una dura prueba. Despidieron a varios pescadores para abaratar costes. Entre ellos, a Santiago. Ahora resultaba escaso, el nivel económico que entraba en casa. El joven, se acogió al subsidio. Derecho que vio la luz sobre la primera regulación dentro de periodo democrático.

 

 

 

Pero la situación se agravó durante un largo tiempo y el joven, en un abatimiento extremo. optó por conseguir dinero a través del juego de azar. Una pequeña parte de la ayuda económica, lo empleaba en inversión para intentar duplicar lo que en el juego invertía. Una inmensa espiral sin final, tragaba cada vez más a Santiago. Y la inconciencia, vendaba el sentido común de aquel joven frustrado. Una tarde, como otra cualquiera, la pareja salió a pasear. Solían frecuentar el paseo, junto al puerto. Caminaban sosegadamente, cuando al pronto, el joven rompió a llorar, hincando sus rodillas en el suelo.Andrea, reaccionó de inmediato. Intentó aliviarlo y sacó fuerzas para darle aliento. Un precioso atardecer color granate, abrazó en ese instante a la pareja que se abrazaban sin mirar el tiempo.

 

Caída ya la noche.., de madrugada, Santiago luchaba contra sus sueños . Se despertaba a cada instante y como un niño se derrumbaba. Cada noche, era un duerme vela constante. Una mañana pasada el alba, Santiago y Andrea, optaron por enfrentarse a su situación de frente. El joven prometió a su amada, que jamás recurriría al juego de azar, para traer dinero a casa. El joven respiró hondo. Se quedó por un momento absorto mirando a la nada y minutos después le propuso a su amada, llamar a un viejo amigo que vivía en Penmarch. Una población asentada en una pequeña península, al noroeste de Francia. Anselmotenía una empresa de embarcaciones para profesiones.

Adquiría una nave, para la adquisición de venta y alquiler en el puerto de Saint Pierre. Esta ciudad en antaño, era un lugar donde producía una alta venta en bacalao.

 

Afortunadamente,a Anselmo no le faltaba trabajo. Santiago, decidido junto a su esposa vender su barco de pesca. Su medio para vivir, y en el que había invertido los ahorros de muchos años. Era un duro paso, pero era la única salida para la pareja, en respirar durante un tiempo. Su ayuda del gobierno, no les llegaba para todo. Era un sueño, que en su día cumplió Santiago, pero debía de desvanecerse para dar paso a una esperanza. Tras la charla telefónica con su amigo Anselmo, su camarada le manifestaba que existían muchas posibilidadesde realizar la venta. Le explicó, que una vez que se vendiera, no le llevaría comisión alguna.Para que Santiago, se llevara el importe íntegro de la gestión. Gesto que le agradeció el joven gallego. También le aclaró, que por motivos profesionales no podía trasladarse a corto plazo hasta Cariño, para recoger la embarcación.

 

Santiago se ofreció a llevarla el mismo hasta Penmarch. Así se agilizaría el trámite de venta. Anselmo no partía hacia al extranjero por motivos de exportación, hasta dos semanas después. Por tanto, le daba tiempo a Santiago de hacer el viaje. El joven gallego, se despidió de Anselmo, agradeciéndole su escucha y su ayuda. De inmediato Santiago, comentó a su esposa su intención de partir cuanto antes hacia Francia.

 

 

Ambos lo acordaron y el joven partió al alba. Comenzaba para ellos, una nueva historia. Se besó la pareja al despedirse y el joven con cierta ternura le dijo a su esposa;

 

¡Mi amor.., todo nos irá bien.!.ésta, con los ojos húmedos lo volvió a besar y le deseó suerte. El joven marinero soltó lastre y partió por la senda de su destino. Andrea veía como se alejaba, mientras la distancia entre ellos se hacía más grande. Pero aún lo era más, su amor entre ellos y su ilusión.

 

Ya, durante el trayecto y tras dos horas de navegación, Santiago se percató que el tiempo arreciaba en forma de temporal, viniendo del sur. El joven, replegó sus velas para tratar de aminorar la velocidad. Una tormenta se hizo presente. Cada vez se acerca de forma más pendenciera. El barco, comenzó a arquearse de forma extrema.Tras un largo tiempo, luchando contra el recio temporal, Santiago pudo sobrevivir y su barco no llegó a naufragar. Pero terminó a la deriva. Santiago estaba aturdido. Había sufrido un leve desmayo.Minutos después,se encontró más lúcido y cogió sus prismáticos. Divisó tierra, pero según el mapa,tenía que divisarla a estribor, tal y como marcaba su brújula. Volvió a coger el mapa, y observó la referencia que tenia delante. De forma exacta, se encontraba en territorio Galés.

 

Rodeado entre tonalidades azules, entre el cielo y el mar, divisó un solitario promontorio asediado de arrecifes. Incrustado entre los riscos, se divisaba una torre. Para no encallar contra los peñones, echó ancla y soltó un bote para llegar hasta allí. Tan solo estaba a una milla del peñón. (Un kilómetro y medio, aproximadamente). Conforme se acercaba al risco, volvió a coger el mapa para concretar su situación geográfica. Pudo comprobar, por las coordenadas que marcaba la zona de control de la embarcación, que estaba al suroeste de Irlanda. Exactamente, se encontraba inmovilizado en Fastnet rock. Situado a cuatro millas de Cabo Clear.Bordeó el promontorio hasta encontrar una zona donde acercar el bote. El marinero quedó fascinado, ante la monumental atalaya. Un altísimo faro fulguraba con destellos intermitentes, el sinfín horizonte.

 

Santiago se percató de la recia tormenta que tuvo que soportar, estoicamente, ya que en ningún momento, divisó las luces de aquel faro. Según la experiencia del marinero, fue una tempestad un tanto inusual. Parecía que su destino era el de sobrevivir y parar sobre los aledaños de aquel inmenso peñasco. Parecía, como si de forma causal, alguien o algo le hubiera guiado hasta allí. Por causa de la lucha contra el temporal, el joven se dolía de su espalda.

 

 

 

El bote, encallócasi al frente de un sendero que conducía hasta la entrada del viejo faro. El joven algo dubitativo, comenzó a subir por unas pronunciadas rocas, hasta llegar al camino. Al culminar por la estrecha senda, divisó una envejecida puerta de madera. Se encontraba entreabierta y el joven decidió hacer incursión.

 

¿Hay alguien?Grito el joven con voz firme. Nadie contestaba. Solo se escuchaban las olas que irrumpían con fuerza en los arrecifes y el eco del sonido haciéndose sentir en el interior del faro. Santiago quedó asombrando cuando observó que la “boca” del faro, estaba iluminada por lámparas de petróleo.En el centro, unas contorneadas escaleras cumplimentaban la estructura de la torre.Al acceder al segundo piso, se veía más intensidad de luz. Santiago se acercó con cautela hasta llegar a la zona concreta de dónde provenía el resplandor. Llegó hasta un pequeño habitáculo y el joven, decidió entrar.

 

¡Por favor..,necesito ayuda!. ¿Me escucha alguien?-Insistía el joven pescador. El silencio que allí se procesaba, resultaba algo inquietante. La pequeña alcoba, estaba repleta de ejemplares literarios. Todos reposaban en una pequeña estantería de madera de cedro. Resultaba un tanto curioso, ver que los libros se mantenían en un perfecto estado. El joven tomó en mano uno de aquello libros, y comenzó a leer.

 

A los pocos instantes, una voz áspera y profundairrumpió el sigilo de aquel lugar, diciendo;

 

¡Toda la sabiduría humana estará resumida en dos palabras!: ¡”Confiar y esperar! ". Santiago se volteó bruscamente y vio a un hombre de aspecto corpulento, alto y con una frondosa barba de color grisáceo, que le cubría gran parte de su rostro. Vestía con indumentaria marinera y en su frente, se le marcaba una profunda cicatriz. En su mano derecha, llevaba un viejo candil que prendía de forma tétrica.

 

¡Disculpe señor.., no le escuché entrar!.- Dijo Santiago impresionado tras su presencia. –Me permití la libertad de entrar al ver la puerta entreabierta y al ver luz arriba, decidí esperar aquí. ¡Ojeaba solamente!.

 

¡Tranquilícese joven! Además..., ¡para eso están los libros, hijo.., para leerlos y disfrutarlos! Si no, no sería posible su deleite.- Dijo el tipo, con tono convincente. El joven con cierto titubeo en la voz, y asentando algo la cabeza, dijo; ¡Ah..!, pues cogí este libro casi al azar.

 

 

 

Pues, ese libro que tiene entre sus manos..,dijo aquel enigmático hombre, es de un autor llamado Alexander Dumas;

 

¡Si, conozco un poco sus obras!. El autor del “El conde de Montecristo”.., ¿no?

 

¡Exacto joven. Veo que es aficionado a la buena lectura.

 

¡Sí, bueno.., me gusta el arte en general!. ̶ Dijo Santiago.

Le podría contar joven, cientos de historias que encierran todos estos libros. Y mucho más.., sobre este lugar en el que usted se encuentra ahora mismo.-

En ese mismo instante aquel personaje, se identificó ante Santiago;

¡Disculpe joven, olvidé presentarme antes; ¡Mi nombre es Moisés! O'connell! Ejercí como marinero durante muchos años. Y he trabajado otros cuantos muchos, en este precioso faro. ¡De hecho.., sigo deambulando!. Dijo el viejo sonriéndose.

Mi nombre es Santiago. Santiago herrera, para servirle. Le contestó el joven, algo abstraído por aquel viejo lobo de mar y el entorno que le rodeaba.

El joven, observó que la mirada de aquel hombre era honda pero llena de tristeza. Decían mucho sus ojos. Ceremonioso..,Moisés fue apagando gradualmente los candiles que alumbraban la pequeña biblioteca. Acto seguido, pidió al joven que lo siguiera faro arriba. Durante el acceso, Santiago le explicaba a Moisés el motivo de su viaje y como fue a parar al promontorio;

 

 

–Y lo más curioso.., señor O’connell, me fue poco menos que imposible, divisar los destellos de su faro. Y el timón del barco no me obedecía. Algo extraño.

 

¡Todo en la vida tiene su causalidad.., querido joven! ̶ Le contestó el viejo farero. El joven, no dijo nada.

 

Llegaron hasta un pequeño cuarto. Se hallaba un pequeño armario. El viejo lo abrió y en su interior, había paños y atuendos, como impermeables y gorros.

 

¡Tenga joven, séquese! Le dijo Moisés amablemente al joven, entregándole en mano unas telas secas.Y referente a lo que me ha contado antes querido Santiago, quería decirle que lo más importante de su pequeña gran anécdota es que está usted vivo y lo puede contar.

 

¡Tiene razón Moisés..!. Dijo Santiago.

 

Acto seguido, el viejo marinero hizo aspavientos con sus brazos y dijo;

 

¡Bienvenido a mi pequeño universo, joven! ¡Este faro, es mi vida! Es el símbolo de la firmeza y la fastuosidad. Mi trabajo aquí, es el de supervisar que todo en su interior, se cumpla siempre de forma correcta. Mi labor es la de guiar a todo aquel que se siente extraviado, y orientarle hacia el camino correcto. En definitiva.., ¡es mi hogar hijo!.Le remarcó Moisés al joven.-

 

El faro es para mí, la propia introspección hacia toda alma. A través de su misterio y su resplandor, puedo llegar a sentirme identifico con mi interior y en comunión con él. El faro, resucita todo aquello que aún no debió morir. Instala la esperanza hacia el rincón más recóndito de cada ser. Y penetra con su luz, allá donde más se resguarda la desesperación; para trasmutar el sentimiento en esperanza y paz.

 

A lo que a la mar y a embarcaciones se refiere, ¿no?- Preguntó Santiago, un tanto perdido ante el profundo comentario de Moisés.

 

¡Mas allá de todo eso, hijo! Contesto Moisés.-No solo a barcos y veleros, ampara este solemne faro de luz. De igual forma, el fulgor de esta atalaya guía a toda alma desorientada por las diversas nieblas que se le aparecen durante el trayecto de su vida. El velo que provoca su desorientación sensitiva. Y el tul que genera a cada ser; angustia o desconsuelo.

 

¡Vaya!, contestó con cierto sarcasmo el joven gallego. ¡Suena alentador lo que dice!. La verdad, no me vendría nada mal una buena dosis de resplandor para enderezar mi vida!

 

¡Quizás por ello estés aquí, hijo! Te invito a que desde ahora, sientas que todo cuanto sucede en tu vida, tiene un por qué. El viejo marinero hizo un leve inciso; ¡Disculpa que te llame hijo!.. Se que forma parte natural de una expresión al hablar, pero me recuerdas mucho, al único hijo que tuve y que perdí.

 

̶ ¡Siento su pérdida Moisés!Le dijo Santiago, poniéndole la mano sobre un hombro

 

¡Si Santiago.., se me fue muy joven!. Añadió el viejo con voz rota y mirada profunda. Tendría ahora tu edad. ¡Mi pobre nieto..!

 

¿Tiene un nieto, señor O’connell? ̶ Preguntó el joven,

 

¡Si, se llama Thomas!. Contestó. Al menos., tiene el consuelo de tener a su madre. ¡Es un “cielo” de mujer!

 

Al culminar la conversación el viejo marinero, agarró firmemente al joven por los hombros y le dijo; ¡Escúchame joven, tu conciencia quizás ignoraba tu propio destino. Pero tu subconsciente desde hace un tiempo, necesitaba una respuesta. Una esperanza. Una luz que te guiara para coger de nuevo las riendas de tu vida y seguir faenando sobre tu mar personal. Para ello, necesitas las herramientas necesarias para recoger lastre y navegar de forma plácida, hasta el fin de tu viaje. Si has llegado hasta aquí querido Santiago.., es porque precisas del resplandor de tu faro interior. El destello que prende el alma de este faro, es esa que combate contra toda penumbra. Todo el que cree en él, se embriagara y apreciará con mejor claridad, su destino.

 

¡Aprende a escuchar de la vida! Le dijo el farero. La dicha de poder oír, lo hacemos diariamente, pero solo de esta manera no se valora lo que nos rodea y se termina por verlo todo de forma monótona y sin valor ninguno..Debemos de saber escuchar y de ver con el corazón. Solo así apreciaremos las múltiples resonancias que nos viene de la vida. A modo de prueba o de regalo en nuestro continuo navegar. El rostro del joven era un auténtico poema. No daba crédito a sus palabras. Para que Santiago no se sintiera aturdido ante la profundidad de las palabras de Moisés, éste decidió enseñarle al joven el faro, detenidamente.

 

¡Acompáñame hijo.., te enseñaré el faro al completo!. El viejo marinero le explico al joven la estructura de la curiosa atalaya. La torre se dividía en siete pisos. La columna vertebral de la atalaya, eran las vertiginosas y contorsionadas escaleras de caracol. Éstas morían en la zona de la linterna. La lámpara prendía a través de una base de combustible líquido. La lente o linterna del faro, estaba compuesta por una serie de anillos prismáticos. Éstos, concentraban e intensificaban el haz de luz. Algo inaudito, tras la más reciente tecnología en este tipo de efecto y radiación de luz. El joven restándole importancia a este hecho, se apontocó en el balcón y cerró sus ojos. Se sentía como si fuera dueño y señor del mar.

 

¡Este faro, entraña secretos! Dijo el farero. Forma parte de la magia de la vida. En su interior se digiere un silencio que estremece y reconforta. Es aliado de la majestuosidad del mar. De ese recóndito mundo, que guarda cofres cargados de afligidas historias.

 

Todo lo que se divisa alrededor del faro es un paradigma real de la misma vida. Lo Bueno; el alimento, espectáculo visual, enigma, sosiego y melodía que nos otorga la mar. Lo malo; los naufragios, temporales e injusticias cometidas por los mismos hombres, sobre esta naturaleza marítima. Pero todo, a semejanza de la vida misma. ¡Siéntate a mi lado, hijo!Le insto Moisés al joven, mientras éste le calentaba unas infusiones en un arcaico hornillo de queroseno, para que el joven entrara en calor.

 

 

̶ Te quiero contar una insólita experiencia que viví, una vieja noche de abril. En aquella tarde, cuando el crepúsculo casi asomaba en el horizonte, revisaba los entresijos de la atalaya. Me aseguraba que todo estuviera correcto. A la media hora aproximadamente de empezar a ejercer mi tarea, divisé a estribor, algo que jamás habían visto mis ojos. Era un inmenso barco. Aunque horas antes, se me había sido informado sobre su paso por las inmediaciones del promontorio. Su presencia y su larga eslora, me dejó exhausto.Lo más relevante en ese momento, fue que justo cuando pasaba cerca del faro, ésterepentinamente, comenzó a proyectar señales rápidas y continuadas. Sin yo haber provocado señal alguna, a través de la mecánica del faro. Los tripulantes del trasatlántico al percatarse de las señales, tocaron la bocina. Raudo, intenté solventar la falsa alarma. Aquella tarde no daba crédito a lo que allí había sucedido. Pocos días después de lo sucedido, se me informó que aquel buque naufragó a causa de un choque lateral con un gran iceberg, camino a Nueva York. Desde entonces, pienso en ello. Todo parecía, como si el faro les hubiera advertido sobre la tragedia que les depararía su destino.

 

̶¿Se refiere señor O’connell, al MSN Titanic? Dijo el joven, temblándole los pómulos de sus mejillas.

 

¡El mismo hijo! Le corroboró el viejo marinero. El joven, no salía de su asombro. A este faro le llaman “el faro de las lágrimas”. Vio partir a los primeros emigrantes irlandeses que partían hacia Nueva York. En busca de una mayor estabilidad personal y laboral. Lo último que vieron esas personas de su tierrafue este promontorio. Por ello lloraban de tristeza. A los tripulantes de aquel grandioso barco, les pasó algo similar. Fue la última tierra que vieron, en su trayecto hacia “el otro mundo”.

 

Mi faro querido Santiago, representa, aquella torre que resguarda a todo guerrero que lucha de forma incesante ante las adversidades.Gaviotas, sobrevuelan como ángeles centinelas a lo omnipotente. Simbolizando la libertad y la paz. A lo lejos, se escuchan balbuceos de pescadores faenando sin pausa, para conseguir su sustento. En noches, donde el cielo abre las antesalas de su inmensidad, se sienten amparados por el fulgor de las estrellas y el resplandor del destello del faro. Si alguna vez mi alma se sintió abatida por no poder vencer a la agonía, la luz de mi faro se encargó de hacer señales a las bellas sirenas. Para que con sus hermosos cantos, me hicieran rememorar lo extraordinario de la vida. Su luminiscencia, se percibe como representación de mi interior.Aquel resplandor que nos fluye desde nuestro interior, cuando nos sentimosúnicos y merecedores de todo lo bueno. La parte inferior de la atalaya, simboliza mi corazón. Los arrecifes que se sienten abrazados por las olas, hacen resonar el latido de mi vida. Su inhalación se produce por las marejadas de la mar. Su exhalación se origina cuando las olas rompen con las rocas en fusión. De ahí su respiración. Todo se condensa en un lenguaje de sigilo y de una apacible paz. A veces de nostalgia y a veces de reflexión.

 

 

¡Esta es mi vida, Santiago!. Mi vida, y el símbolo de todo ser humano. En su interior encuentro las respuestas necesarias parar sentirme siempre en armonía. Para sentirme con brío. El joven, arrugaba el entrecejo.

 

¡Me cuesta comprenderlo, Moisés! Decía el joven, asentado la cabeza.

 

¿¡Acaso hijo., puedes comprender el origen y funcionamiento perfecto del universo!? Y ahí está.¿¡Puedes explicar cada guerra que se sucede continuamente en el mundo!? Y ahí permanecen sin tregua ni final. O acaso.., ¿¡puedes explicar el porqué de tu injusta situación laboral, siendo un hombre de bien y trabajador!, ..¡y el hecho está ahí!. Santiago, no sabía que decir. ̶

 

̶ ¡Hay tantas cosas en la vida, que aunque sean aparentemente reales, son incomprensibles e inalcanzables para el intelecto del ser humano! Pero en esta ocasión querido Santiago, la incomprensión del que no valora el enigma de un faro o el enorme poder de la vida, es un deleite y un bien mayor para el que si lo vive y lo aprecia. Este faro una vez me atrapó y desde entonces, es la fuerza con la que me mantiene vivo. A través de susdestellos, veo más allá de los anhelos y sufrimientos que padece cada ser.

 

El viejo farero hecho un brazo por encima de Santiago, y le dijo;¡Hijo, debes de partir! Actúa con astucia y ve hacia donde siempre veas una luz blanca, en forma de esperanza y de perspectiva Ya que ese haz, te transportará hasta poder cubrir la falta que anhelas erradicar.

 

¡Gracias señor O’connell!. Es lo único que se le ocurrió decir a Santiago. Ya que, estaba totalmente absorto por todo lo que le transmitió aquel noble hombre.

 

Por fortuna, la embarcación del joven gallego no había sufrido graves daños. Pero era tarde ya para partir. El farero ofreció al joven pasar allí la noche y partir al alba. Moisés disponía de un pequeño catre. Este, le instó al joven dormir ahí y dormiría en un viejo balancín que había en la pequeña biblioteca. Por la mañana temprano, el joven se dispuso a reparar los desperfectosdel barco. Pasadas unas horas, volvió al faro para despedirse del farero. Aún permanecía allí, sentado en la vieja mecedora. Gozando del olor humeante de su arcaica pipa.

¡Señor O’connell!, ̶ dijo el joven gallego, me marcho y quería despedirme de usted, no sin antes comentarle algo.

¡Dime hijo! Decía Moisés, atento a lo que el joven quería comunicarle.

 

Verá Moisés! Anoche reflexioné sobre todo lo que usted me habló. Y quería hacerle mención de que empiezo a comprender el por qué llegué hasta aquí.Le decía Santiago al farero, intentándose apartar con la mano, unas inoportunas lágrimas que no le dejaban ver con claridad. ¡Me siento lleno de vida y con fuerzas.., y todo gracias a usted!.

¡Me alegro mucho hijo!, aunque no me las des a mí.., sino a ti mismo!. Le contestó Moisés. Lo único que necesitabas, era un lugar adecuado para volver a rencontrarte con tu interior. Para volver a encender tu faro personal.

¡Tal vez lleve razón!Le dijo Santiago, ̶ pero me hacía bien agradeciéndoselo. Por un motivo que desconozco, hizo aparición en mi vida. Justo ahora, que más lo necesitaba! El viejo marinero, se acercó a Santiago, y abrazándole, le dijo;

¡Mucha suerte hijo! Y recuerda, haz emanar siempre la luz que llevas tu interior. Ella te guiará por todos aquellos senderos oscuros. Escucha y observa. Todo lo que aprecies y escuches tiene su motivo y su razón, y te aportará bien aunque creas que es cruel lo que te ocurre. Y sobre todo; ¡Aprecia lo que tienes! Ya que todo lo que se logra adquirir con la apreciación que merece, es digno de poder ser conservado– En ese mismo instante, el viejo marinero ayudó a Santiago a colocarse su abrigo. Dadas las continuas molestias de espalda que el gallego seguía teniendo. Santiago se despidió de forma afectuosa del viejo farero.

 

El joven marinero, retornó su viaje a Penmarch. Después de haber permanecido en aquel sorprendente lugar, más de un día. Durante el trayecto,Santiago no dejaba de pensar en su experiencia con aquel lugar y el farero.Se encontraba algo cansado y optó por echarse un rato. Casi una hora después, recogió lastre y siguió su rumbo. En plena alta mar, el joven tuvo el impulso de lanzar al viento su voz, diciendo: “¡Gracias Moisés., siempre le recordaré!”. Pero, para su sorpresa.., justo al instante de haber gritado el joven, justo, un ensordecedor sonido de bocina, respondió al gesto del joven. El corazón del joven palpitó de forma estrepitosa, ante el asombroso momento que vivió. No era posible que dada la distancia ya recorrida, el farero escuchara su voz. Éste, prosiguió su viaje. Horas después llego a Penmarch.

 

Lo primero que hizo al desembarcar, fue llamar a su esposa. Al contarle su esposo todo lo sucedido, ésta quedó exhausta al escucharlo. ¡Cariño, estaba muy asustada!. No sabía si habías llegado ya, pero aún no habías podido llamarme. O sin embargo estabas aún de camino. Dijo Andrea, con la voz rasgada por su sollozo. ̶ ¡Tranquila cariño.., estoy perfectamente!. Le dijo Santiago. Ahora te dejo. Voy a hablar con Anselmo de inmediato y buscaré algún sitio para dormir. ¡En poco tiempo, regresaré a casa, te lo prometo! –Dijo-

Por un instante, el silencio reinó entre los dos. Fue un mutismo, cargado de amor entre ellos. Un instante de sigilo, cargado de anhelos y nostalgia por verse. Antes de despedirse de su esposa, Santiago le preguntó que día de la semana era, ya que se encontraba algo aturdido, por la experiencia y el viaje de retorno. -¡Hoy es viernes, cariño! El joven, se despidió de su esposa y partió de inmediato, en busca de Anselmo. El joven, partió hasta la nave industrial de Anselmo.. Una vez dado con el lugar, se topó en la entrada con una pequeña oficina. Una joven, se encontraba sentada frente a un antiguo ordenador.

¡Disculpe señorita! Dijo Santiago.

¡Si, dígame!, le respondió la supuesta secretaria. ¿En qué le puedo ayudar?

Busco al señor Anselmo Rivera. Mi nombre es Santiago herrera.

¡Verá caballero!, le contestó la joven, el señor Rivera, partió hace dos días para Alemania. Y siento decirle, que permanecerá fuera bastante tiempo.

Perosi el mismo me dijo, que hasta dentro de dos semanas, no saldría fuera de España. Dijo Santiago, algo desconcertado.¿Le ha dejado algún mensaje?- Soy amigo de él y hace pocos díasquedé en verlo, por un asunto urgente Le explicó el gallego a la supuesta secretaria.

̶ ¡Pues caballero, siento decirle que nada me ha dejado!. ¿Deseaba usted alguna otra cosa? ̶ Respondió gentilmente la empleada.

¡Solo una cosa!. Dijo el joven. ¿Le ha concretado el lugar a donde iba?

Lamento decirle, que tengo orden estricta de no facilitar esa información.

 

̶ ¡Comprendo!- Contestó Santiago algo malhumorado. El joven se despidió de la joven y partió adentrándose por el pueblo. Quejumbroso, Santiago decidió pernotar cerca del puerto. Tenía pensamientos de salir al alba, rumbo a España. Nada le ataba estar en aquel lugar. Antes de ir a descansar, decidió comer. A unos trescientos metros del puerto, divisó una singular taberna. Era una pequeña, pero acogedora tasca.

Al entrar, observó que el bar estaba decorado con ornamentos típicos irlandeses. El suelo estaba cubierto de madera. El techo se componía por múltiples y robustas vigas de madera de pino. Una enorme bandera irlandesa cubría el frontal interior de la barra. A cada lado, había candelabros de forja y las paredes estaban forradas con tréboles y cuadros de estilo realista.

Paisajes típicos del país, hacían confundir por momentos al visitante de no saber si en verdad se encontraban en el suroeste de Francia o en Irlanda. En una de las esquinas, una enorme escultura de bronce en forma de duende, presidia uno de los rincones.

 

Santiago, tomó asiento en una de las mesas que se encontraban más apartadas de la zona central del bar. Al instante, un camarero se le acercó;

¡Buenas noches caballero!, ¿Qué deseaba tomar? Le dijo el camarero. Santiago, sacó su billetera y le explicó; ¿Aceptan dinero español? Por motivos personales, me ha sido imposible realizar el cambio a francos.

¡No hay problema! Dijo el sirviente. Siempre y cuando, no sea un importe alto sobre su consumo. En ese caso, no podríamos realizarle la operación. Son las normas de esta “casa.

¡No se preocupe! Dijo Santiago. Solo tomaré cerveza y algo de comer.

¡Perfecto!. Respondió el camarero. -¿Deseaba algo en particular, para comer?

¡No, muchas gracias! Solo una jarra de cerveza y algo casero para comer.

¡Bien señor! Le puedo aconsejar un plato de bombas de patatas. Es un alimento típico irlandés. Un alimento que llena y es asequible de precio. ¿Le parece bien.

¡Estupendo! Dijo Santiago. Mientras le servían su cena, Santiago no dejaba de observar la tasca. La música ambiental que se escuchaba en el entorno, invitaba al deleite. Desde luego, era un lugar acogedor. A los pocos minutos, volvió el camarero sirviendo en la robusta mesa de madera, lo que el joven le había solicitado.; ¡¡Aquí tiene señor! ¡Buen provecho!

¡Gracias! Contestó Santiago.

Sin dilación, el joven comenzó a comer. Eran muchas horas en las que no había probado bocado. Durante el transcurso de la cena, el joven se entretenía en sus constantes ojeadas al lugar. Justo antes de acabar. Observó que en la parte superior de la pared, donde el mismo se encontraba, había colgado un cuadro familiar, realizado en óleo. Le llamó la atención.

El joven se levantó para verlo más detalladamente. Rememorando así su gran pasión por el arte pictórico. En la imagen, aparecían cinco sujetos posando en el exterior de una casa rural. Por el enclave, parecía ser un lugar típico irlandés. Al mirarlo de forma más exhaustiva, ser percató que el rostro y la apariencia de una de los personajes que aparecía en el cuadro, le resultaba conocido.

¡Dios mío..., no es posible!Decía Santiago con cara de asombro. El joven se amedrentó al ver la imagen de un señor, con aspecto facial, muy similar al farero que conoció.

Junto a él, aparecían cuatro personas más. Un joven y una chica de edad similar. Se podía ver, como la mujer llevaba un bebé entre sus brazos. Aparecía también una mujer de madura edad, al lado delque supuestamente, era Moisés. Santiago se acercó aún más, para ver la imagen de aquel hombre. Barba gris, aspecto corpulento, esbelto en relación a los que aparecían con él. Indudablemente, era Moisés. Solo había algo en su aspecto que no coincidía con el real La pronunciada cicatriz, que llevaba en su frente. Para paliar su incertidumbre, el joven se acercó a la barra y preguntó al propietario de la tasca;

¡Disculpe señor! Dijo el joven. ¿Es usted el dueño de este lugar?.

¡Lo soy! Contestó el hombre. ¡Dígame..!

¿Podría hacerle una pregunta?

¡Claro, dígame! Le contestó amablemente el dueño.

¿Podría decirme, donde adquirió usted aquel cuadro de allí? Le dijo Santiago, señalando con el dedo haciala obra que le había conmovido.

Aquel cuadro, es un antiguo regalo familiar caballero. Nos lo pintó un amigo de un familiar mío Contestó el dueño de la tasca. ¿Por qué me lo pregunta?

¡Verá señor!, le explicó el joven, resulta que una de las personas que aparecen en esa obra, y estoy casi convencido de ello, la conozco. ¿Son quizá... familia suya?

¡Así es, son mi familia! Dijo el hombre. Las personas que aparecen son mis padres, mis abuelos y yo de pequeño. ¿Y a quien dice que conoce usted, caballero? Le preguntó el propietario, con algo de desconcierto.

Al señor alto que aparece con barba. Contestó Santiago.

¿Mi abuelo..?. Le preguntó el hombre con cierta ironía.

¿Es su abuelo? Le pregunto Santiago.

Si, lo es. Contestó el dueño de la tasca. – Pero..., no estará usted tratando de tomarme el pelo? Es imposible que lo haya podido conocer.

¡Le pido mil disculpas, si por mi parte ha habido algún tipo de confusión!. Le respondió el joven, un tanto avergonzado.

¡No se preocupe!, dijo. Pero, es que mi abuelo hace ya más de cincuenta añosque falleció. Contestó el hombre.

¡No pudo entonces, disfrutar mucho de su nieto, supongo!Dijo Santiago, intentando minimizar su más que probable metedura de pata.

No debería de hablar de mis temas personales, ya que a usted no le conozco. Dijo Thomas. ¡Pero sinceramente, me ha caído bien! ¡Ande...! Termínese su jarra, que le vuelvo a llenar. A esta invita la casa.

Santiago, insistió en no tomar nada más. Pero, ante la insistencia del propietario, aceptó.

¡Uhm caballero.., aún no se su nombre!. El mío es Thomas Le preguntaba el dueño al joven gallego, mientras este fregaba unos vasos.

¡Santiago herrera, señor Thomas! Contestó de inmediato el joven.

¡Vera, señor Herrera..!, dijo Thomas yo era casi un recién nacido, cuando mi abuelo y mi padre murieron a causa de un naufragio. Cerca del condado de Cork. Un maldito temporal, hizo que zozobrara su barco justo en los arrecifes de la isla de Fastnet Rock.

El joven gallego no daba crédito a lo que estaba escuchando. Con voz temblorosa le preguntó al propietario lo siguiente; ¿Se refiere usted, al lugar que llaman “faro de las lágrimas”?

¡Si, el mismo! Mi abuelo murió allí mismo. Mi padre unas horas después, en el pueblo de Baltimore.Al escuchar Santiago aquellas repicadas palabras, empezó a sentirse mal.

¿Le ocurre algo? Le preguntaba el propietario al joven, mientras éste le abanicaba con un cartón. ¡Gérard, trae una silla, rápido!. Dijo velozmente Thomas al camarero.

El joven, volvió a recobrar el sentido en unos segundos. ¿Cómo se encuentra? Le preguntó el dueño, interesándose por el estado del joven marinero.

¿Qué me ha pasado?. Se preguntaba el joven.

Sufrió un pequeño desfallecimiento. Le contestó Thomas.

¡Discúlpeme!. Le decía Santiago al propietario, con gestos de querer levantarse.

¡Tranquilo, hombre de dios! ¡Espere, le ayudo!

¿Quiere usted un vaso con agua? Preguntó Thomas.

¡No, no hace falta señor Thomas!. ¡Gracias!. Le contestó el joven, aún algo aturdido.

¿Qué demonios le ha ocurrido? Le preguntó Thomas.

Santiago no sabíacomo proceder ante la pregunta, del que ya sin duda sabia, que era nieto de Moisés:

¡Si se lo digo, me tomaría por loco!. Dijo Santiago Y la verdad, no quisiera que pensara mal de mí.

¡Tranquilo joven! Le contestó Thomas. No voy a pensar nada de usted. Simplemente, me sorprendió su reacción ante la mención que le hice.

Santiago se armó de valor y le contó el motivo del porqué se encontraba en Penmarch, su naufragio y lo más relevante, su increíble experiencia con Moisés. Cuando termino de contarle lo sucedido, Thomas se tomó su cerveza casi sin respirar. Tomó aire y le comentó al joven;

¡Mire Santiago, no sé exactamente que es en verdad le ha sucedido, ni como pudo llegar hasta allí. Lo que si le puedo asegurar es que, el faro que usted visitó empezó a funcionar oficialmente en 1904, Nadie lo habitó en todos estos años atrás. Desde los años treinta en adelante, hubo vigías que supervisaban la atalaya, y los alrededores del promontorio. Pero en este tiempo, jamás vivió allí nadie. Sobre la antigua luz del faro que me ha comentado, en verdad, funcionó así. Pero, eso fue hace muchos años. Se cambió por un sistema eléctrico hace pocos años atrás.

 

Santiago no lograba encajar la supuesta realidad que había vivido. No sé, señor Thomas..., tal vez lleve razón!. ¡Tal vez fue todo un maldito sueño!. Aquel señor que conocí, tenía una pronunciada cicatriz, en su frente. Y su abuelo en el cuadro, no la tiene. No obstante..,le aclaró el joven a Thomas, aquel personaje que se apareció en sueños o donde fuera, me contó una anécdota que vivió días antes del naufragio del barco Titanic. Su faro desprendía luces sin haber dado a ningún dispositivo. Y para este señor, esas misteriosas luces que solas proyectaron, eran un aviso sobre el preludio del desenlace fatal que tendrían todas aquellas personas que iban en aquel barco.

¿Cómo..?¡Espere un momento.!. Interrumpió Thomas al joven. ¿Eso le contó, aquel hombre?

¡Así es!. Le corroboró el joven gallego.

¡Necesito un trago, inmediatamente!. Decía el dueño de la tasca con el rostro totalmente pálido.

En la barra de la taberna, se hallaba sentado un hombre de unos sesenta y tantos años. Éste, se acercó hasta Thomas y le preguntó;¡Tommy, ¿estás bien?

¡No lo sé Nelson!. Le contestó Thomas. Este señor, conocía a Thomas de muchos años, ya que fue amigo de su padre. Fueron antiguamente, compañeros de fatiga en el cuerpo aéreo irlandés.

¡Discúlpame Thomy!. Pero no he podido evitar tu conversación con este señor. Le decía el hombre a Thomas. Es que Tommy.., ¿aún no quieres reconocer, que varias personas en el pueblo lo han visto?

¡Déjate de pamplinas!. ¡No creo que en esas cosas... ,y lo sabes Frank!.

El conocido de Thomas se acercó al joven gallego y se presentó;

¡Buenas tardes señor! Mi nombre es Frank. Me disculpo ante usted, por no haber podido evitar escuchar su conversación con Thomas.

¡No se preocupes!. Le dijo Santiago.

Quería tomarme la libertad de decirle, que usted no ha sufrido ningún tipo de alucinación. Le dijo Frank al joven gallego. Ni es la primera persona que ha visto al alma del viejo Moisés. Muchas personas del pueblo de Baltimore y alrededores, han tenido experiencias en aquel misterioso promontorio.

¡Dios santo..!. Decía Santiago, con los ojos muy abiertos y poniéndose las manos en la cabeza. Después de mantener Santiago, una extensa conversación con Thomas y Frank, éste último le preguntó al joven gallego;

¿Usted es pescador de oficio?

¡Así es, señor Frank!. Trabajaba con mi padre, desde muy joven. Pero, una puntual crisis en este sector, me dejo fuera.

¡Verá Santiago..!. Busco personal en mi negocio.Dijo Frank al joven pescador. Mi empresa es exportadora de pescados congelados. Tenemos distintas agrupaciones por diversos países. Sabiendo que usted es español y profesional en este sector, he reconsiderado que podría tener cavidad en los puestos vacantes que se necesitaban para poner en funcionamiento nuestra sucursal, en España. Y precisamente en su zona, (Galicia).

¡No nos establecimos antes en su país.., por falta de inversión! La pretensión empresarial, es similar a la que tenemos en proyecto en otros países. Comercializar pescados de origen autóctono de cada país, a zonas de Europa con perspectiva viable en importación. Y la calidad de los productos españoles, señor Santiago..,son de alto grado. Llevamos a cabo en cada país, un radio de ventas. Si aceptara, trabajaría sin moverse de su zona. Yo le mandaría toda la documentación y retornaríamos el contacto para ultimar detalles y sobre matices concretos., ¿qué me dice?

Santiago, se quedó sin articular palabra alguna. Su mente era pura reflexión. Tras su experiencia vivida, con lo que le estaba pasando en es preciso momento. Al instante, sus ojos cansados.., se llenaron de lágrimas.

¿Se encuentra bien?. Le preguntó Frank.

-¡Sí, no se preocupe!. ¡Y por supuesto.., acepto!. Dijo Santiago, acordándose en ese momento, sobre las escenas de su dura etapa junto a su esposa, por causa de su estado de desempleo. Y sobre todo revivió, su increíble experiencia en el faro de Fastnet Rock. Ahora sabia, que nada fue un sueño. El joven agradeció a Nelson, la oportunidad que le solicitaba en poder conseguir una estabilidad laboral.

Después de despedirse de Thomas y de hacer trato con Nelson, el joven gallego regreso a la mañana siguiente, pletórico a España. Durante el trayecto a casa, no cesaba en dar gracias a aquel “viejo lobo de mar”, que tuvo el privilegio de conocer. Ni siquiera notaba ya su continuo dolor de espalda.

Al regresó a Cariño, el joven se impacientaba por regresar a su hogar y ver a su esposa. Ya.., cerca de su casa, comenzó a gritar al aire el nombre de su mujer; ¡Andrea, Andrea..!, La joven, al escuchar la voz de su esposo, salió rauda fuera. Su cara estaba llena de luz. ¡Continuos abrazos y besos, se manifestaba la pareja!

 

Santiago, le contó sin demora su buena nueva. La esposa, rompió a llorar de felicidad. Al fin de nuevo, llegó la luz a ese humilde hogar. Aquella tarde, fue solo para ellos. Conversaron holgadamente y después la pasión entre ambos, se abrió paso. Como la más hermosa flor, que espera impaciente a su amado amanecer y cuando éste llega, se abre y se deleita ante el hermoso fulgor de su corazón, llamado; sol.

 

Cuando llegó la noche, la pareja compartió una sencilla cena. Tenían costumbre de comer en su cocina. Santiago encendió una pequeña televisión que tenían colocada en una de las estanterías. En ese instante, daban las noticias actuales del día. Ambos, se quedaron perplejos ante un enunciado que escuchaban. Su amigo Anselmo, se encontraba en busca y captura. Por delito de cohecho y malversación de fondos, en torno a los salarios que se les debía de hacer entrega a cada uno de sus empleados y varios proveedores. Ahora Santiago, comprendió el porqué de su ausencia, Pero jamás, podría imaginar que antiguo amigo, hubiera llegado a ese extremo. Santiago, se quedó algo abatido.

 

-¡No estés mal, Santi! Le dijo cariñosamente Andrea. Si es inocente, todo se arreglará en el futuro. Pero parece ser que todo apunta, a que su actitud ha sido deplorable.

 

-¡Me cuesta concebirlo, Andrea! ̶ Dijo el joven, acariciándose la nuca con la mano.

 

¡Lo imagino!. Dijo Andrea. –Pero no te tortures y aprecia sobre su lado bueno, que aunque él no haya participado de forma directa en lo que has conseguido, a través del viaje que realizaste, él sin saberlo fue el predecesorpara que se originara el milagro que nos caído en nuestra vida. Cada vez que recuerdes esto, no tendrás recelo hacia Anselmo.

 

¡Tienes razón, cariño! Dijo Santiago. Así intentaré recordarlo. ¿¡Sabes Andrea!?, Hubo un instante, estando con Moisés, que dos pequeñas mariposas blancas, se me posaron en el hombro. Ellas me recordaron a nuestro amor. Recuerdo también que Moisés, me dijo que todo lo que nos ocurre en la vida, tiene un por qué. Así mismo, como tú me lo has descrito de forma similar.

 

 

¡Así es, Santi!. Le corroboró su esposa. – Por cierto cariño, encontré este papel en el bolsillo derecho de tu abrigo. Le decía Andrea a su marido, mientras le hacía entrega del mismo.

 

¡A ver...!Dijo Santiago. El joven, leía el contenido del pliego. En ese momento, Andrea observaba como a Santiago, se iba poniendo pálido.

 

¿Qué te ocurre cariño., estás bien?. Le preguntó su esposa, abrazando a Santiago.

 

¡Estoy bien!. Solo que acabo de recordar que Moisés me ayudó a colocarme el abrigo. Ya que me sentía dolido de la espalda. Parece ser, que justo en ese momento, me lo introdujo en el bolsillo sin darme cuenta. ¡Veamos lo que pone.., Andrea!. Le dijo Santiago a su amada. Al joven, le temblaban las manos y le tiritaban los dientes. Su esposa le echó un brazo por encima del hombro;

 

¡Tranquilo mi amor!. Al rato, el joven cogió el papel y comenzó a leer, lo que en apariencia parecía un poema de verso libre. En definitiva, era un legado que aquel ser le hizo entrega aquel joven, que se encontraba a la deriva. Aquel comunicado decía lo siguiente;

 

 

A LA MAR

 

 

Háblame de tus enigmas,

de tus leyendas y de esas almas,

que perecieron entre tus aguas.

 

Háblame de aquellas parejas,

que se acercan hacia ti,

dando rienda suelta a su pasión y entusiasmo.

 

Inspiración siento, ante el sonido apaciguador,

de tus espumas blancas,

y por el silencio, tantas veces estremecedor.

 

Háblame de tus musas,

con prolongación de pez,

y cabellos de color y sabor a miel.

 

Aquellos ángeles, que embelesan con sus voces armoniosas,

provenientes de un lindo vergel,

repleto de corales.

 

 

Háblame del misterio de las palabras,

que se mezclan entre la brisa,

que hace mantener en vuelo a las libres aves,

 

Háblame de las eminencias marinas de adobe,

aportando luz y confianza,

a todos aquellos damnificados que pierden su ruta.

 

Háblame de la confabulación,

Entre tu y tu alma llamada; faro.

De alumbrar a todos los que deambulan,

Guiándoles por el único destino que los hace volver a su destino.

 

Háblame de tu cólera

De tu desavenencia,

De tu incomprensión,

sobre los innegables actos incívicos de muchos seres humanos.

 

 

(Moisés O'connell-(1929)

 

 

Después de leer aquel escrito, Santiago sintió que la aparición de aquel ser, fue tan real y providencia en su vida, que siempre lo guardaría en su corazón, como algo prodigioso. La pareja se abrazó. Ambos estaban emocionados.

 

Al cabo de pocas semanas, Frank, el amigo de Thomas.., se puso en contacto con Santiago. Éste, realizo una rutinaria prueba como protocolo de un programa marcado por la empresa, para su preparación y posterior ingreso en la misma. A los dos días de la prueba realizada, la pareja recibió un llamada de teléfono. Santiago Herrera, había sido contratado.

Al final, Santiago no tuvo que vender su embarcación y lo más relevante de todo fue; Que en aquel honroso y humilde hogar, volvió a reinar la estabilidad y tan ansiada felicidad. Aquella bendecida pareja, en agradecimiento a su prodigiosa y enigmática experiencia, rebautizó su embarcación con el nombre de “Moisés”.

 

…”Y narran las viejas voces de aquel lejano lugar, que aún sigue deambulando por el misterioso faro de las lágrimas, aquel viejo lobo de mar”.

 

FIN

 

 

 

 

A TRAVÉS DE MI VENTANA

 

 

          Y el tiempo pasa.., a través de mi ventana!. En mi pequeña salita me entretengo con lo que alcanzo y con lo que tengo.

Mi enfermedad, ya me impide caminar. No puedo salir a pasear. Ni lucir mi clásico traje de piel, que me compré hace, más de sesenta primaveras.

 

Mientras tanto, me amenizo en contemplar el ayer a través unas empalidecidas fotos procedentes de momentos de mi vida. Las saqué de una vieja caja de galletas de latón. En cada una de ellas me detengo, intentando revivir de la instantánea, un vivo recuerdo que como si fuera el hoy. Pero en mis ojos apagados, solo saben asomar unas lágrimas saladas, por saber que aquel instante, nunca llegará. Un resplandor procedente del exterior, interrumpe mis suspiros. Es el foco de aquel viejo tren de vapor, que pasa siempre cerca de mí. Aquel que me permite ver por unos momentos, el trayecto y el paisaje de mi propia vida.

 

Observo tácito el discurrir de la noche, acompañada de cánticos de chicharras.O esa luz que alumbra a la oscura confusión, procedente del infinito y vestida de plata.., a la que llaman luna. A veces, sin razón aparente pasa la noche en penumbra, tupida y tenebrosa. Escucho que alguien o algo me recita, a través de una atronadora tormenta o una lluvia fina. Desde mi ventana, cada mañana se asoma el alba. Me hace recordar que he tenido el privilegio de vivir un día más. Un día radiante me deleita. Una jornada cargada de luz y de versos asonantes. Dos mariposas blancas, se posan ante mí. Me hablan y me regalan la vista, a través de los ligeros contoneos de sus alas aterciopeladas.

 

Veo pasar a personas con similar vestimenta. Aunque el contraste de la confección de la prenda, cree diferencias de linajes. Unos se esconden entre el maquillaje. Otros se escabullen escondiendo su mirada entre las alas grandes de una pamela o a través de un roído sombrero de paja.

 

En las tardes de verano, aún pasean aquellas señoras, que en un tiempo ya pasado, de suntuosidad presumían. Hoy transitan con paso lento y con arrugas por el sufrimiento. En el cristal del tragaluz, a veces se impregna un vaho de odio y vanidad. Marta, el “ángel” que me ayuda y me sustenta, le cuesta quitar esa niebla, con el paño del desconcierto.

 

En ocasiones, observo como entrar a los negocios, cuatreros que pregonan pertenecer a una firma fructífera y solvente, en pos de crear un futuro más transparente a sus “victimas” llamados clientes.

 

Desde mi ventana, transitan personas con aire de altanería. Presumiendo de haber pagado con dinero manchado, su nuevo traje de cachemir. Un dinero que obtuvieron, a costa de la honradez de aquellos ingenuos que acabaron probando su envenenada miel.

 

Alguna que otra tarde, arrecía un aire huracano con forma de ser humano. Un alma llena de ignorancia y de malicia, amedrentando con arrogancia a su desdichada esposa, que no la suelta de la mano. Soportando impasible, la brutalidad y la inmadurez del que la amarga y nunca la deja. A través de mi ventana, hay tardes de otoño que recibo la visita inesperada del viento. Tanto me quiere contar, a través del lenguaje de su soplo, que me cuesta seguirlo e interpretar su acento.

 

¡Existen tantos motivos, por lo que valorar esta vida..!. ¡A través mi ventana.., el tiempo pasa y a su paso nada lo detiene!. En esos días grises, ataviados con la prenda de la reflexión, transitan personas, que siempre pasan por el mismo lado y en su rostro, se les ve la misma expresión. Se limitan a refugiarse con sus paraguas, sin interés alguno por valorar la grandeza o el enigma, que a cada instante le rodea.

 

Mi vida sigue su curso y yo mientras plasmo un relato colmado de expresiones resentidas, mohines salerosos y un gesto de saludos improvisados. Miradas con perfil de poderío que atraviesan mi cristal e invade mi hogar, con un barrunto de perplejidad y malestar. Veo miradas que repudian la caridad. Ojos que atraviesan aquellas voces, con sonido a mezquindad, pidiendo por caridad un trocito de pan.

 

¡..Y el tiempo pasa a través de mi ventana!. Pero es difícil apreciar un solmene silencio. ¡Algo siempre se oye.., algo siempre interrumpe!. Un recóndito sollozo. Una risa sincera de un ángel menudito jugando con su pelota de color. Un pequeño suspiro de una joven enamorada, que en aquel mismo instante, una pequeña brisa, se lo ha llevado consigo, para entregárselo a su amado.

 

¡La vida pasa por mi ventana..!. La misma que a mi me envuelve, y que me atraviesa las entrañas. Ésa misma vida que me tocó vivir; y con la que lucho aliada cada día.., contra el tiempo y con mi alma, esperando bajar de ese tren, a mi última parada.

 

 

 

FIN

 

 

 

 

 

RESQUICIOS DE ESPERANZA

 

 

 

 

 

Me hallaba envuelto, en una fascinante atmósfera. Donde un sinfín de gotitas flotaban a contra luz, sobre el vientre de cada nimbo. Forjando un tupido velo con gamas púrpuras, añiles y esmeraldas.  Colores lívidos, que, al paso de los impávidos minutos, se iban apagando. Inventando pleitesía al lánguido astro rey.  

 

Me sentía en comunión; con aquel espectáculo de color. Me dormía bohemio soñando; encontrarme en el interior de la paleta de un pintor.

 

Miscelánea enigmática de cada día; que se otorga notorio, con solo despertar a la contemplación.   

 

 

 

 

 

 Antonio del Castillo 2019